Víctimas de abusos del cardenal George Pell, satisfechas con la acusación
Está previsto que Pell se defienda de las acusaciones el próximo 26 de julio frente a un tribunal de Melbourne.
Las presuntas víctimas de abusos sexuales de la ciudad australiana de Ballarat, en el estado de Victoria (sureste), están satisfechas con la acusación formal contra el cardenal George Pell, "número tres" del Vaticano y oriundo de esa población.
El máximo representante de la Iglesia católica australiana es sospechoso de haber abusado sexualmente de menores cuando era sacerdote de Ballarat (1976-80) y cuando fue arzobispo de Melbourne (1996-2001).
Andrew Collins, una de las víctimas locales que han denunciado abusos por parte de los clérigos, declaró que los afectados se han sentido como en la lucha de "David contra Goliat".
"Hay individuos que están sufriendo, fue un día histórico para ellos", destacó Collins al canal ABC después de que ayer la policía de Victoria presentase cargos contra el religioso.
El cardenal, responsable de las finanzas de la Iglesia católica, dio algunos de sus primeros sermones en la parroquia de San Alipio, desde donde los fieles han observado con orgullo la ascensión de Pell en la jerarquía católica hasta llegar a la Santa Sede.
"Es un icono de Ballarat, y ver a un hombre como George Pell y Ballarat hacer frente a los cargos (de pederastia) sirve para que la comunidad reflexione. Hay mucha gente que no se alegrará por ello", agregó la Collins.
La abogada Ingrid Irwin, también afectada por los abusos y que cuenta con dos clientes que han acusado directamente a Pell de aprovecharse sexualmente de ellos, sustentó las palabras de Collins.
"Él es un personaje imponente y eso ha mantenido a la gente con miedo. Hay (tras la imputación) un sentimiento de alivio, porque finalmente han sido escuchados", apuntó la letrada al diario "The Australian".
Está previsto que Pell se defienda de las acusaciones el próximo 26 de julio frente a un tribunal de Melbourne, capital de Victoria, confirmaron a Efe fuentes judiciales.
El tribunal precisó, en un comunicado, que no se pueden avanzar el "número de quejas" ni la "naturaleza de cargos" que se le imputan al religioso por motivos legales, excepto que se trata de ofensas sexuales cometidas en el pasado.
En la tarde del jueves varias víctimas de abusos sexuales de Ballarat se reunieron en el Ayuntamiento de la ciudad para agradecer el trabajo de la Policía, que impulsó la imputación del religioso.
La concejal Belinda Coates pidió paciencia a los congregados.
"Ha sido ya un largo camino y aún hay un largo camino por recorrer para curar las heridas de nuestra comunidad", señaló.
Coates fue una de las personas que viajó el año pasado a Roma para escuchar el testimonio del cardenal en la comisión especial australiana que investiga los casos de pederastia en el seno de la Iglesia católica del país.
"La gente de Ballarat es muy resistente y lo ha demostrado, está preparada para dar un paso adelante y apoyarse mutuamente", indicó la concejal.
Una de las pocas personas que han salido públicamente en defensa del cardenal en Australia es el ex primer ministro Tony Abbott.
"Obviamente el proceso legal debe tomar su curso. Pero el George Pell que yo conozco es un buen hombre", señaló Abbott, que es católico, en un comunicado enviado a Fairfax Media.
Durante 10 meses Pell compartió presbiterio en Ballarat con el religioso Gerald Ridsdale, que cumple condena por violar a menores.
En su declaración ante la comisión australiana, Pell describió como una "desastrosa coincidencia" que al menos cinco pederastas ordenados confluyeran al mismo tiempo en Ballarat.
No es la primera vez que el actual cardenal es acusado de abusos sexuales, ya que en 2002, cuando era arzobispo de Sídney, un hombre aseguró haber sido abusado sexualmente por él en 1961, cuando tenía 12 años y Pell estaba formándose para ser sacerdote.
Las investigaciones exoneraron a Pell.
El cardenal fue el primer dirigente católico en abordar los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia australiana, con la puesta en marcha en 1996 de un programa de compensaciones económicas, aunque recibió críticas por no dar suficiente apoyo a las víctimas.
EFE